Esta fecha equivale al año 1283 de nuestro calendario, es decir un año antes de la muerte del Rey Sabio que fue el 4 de abril de 1284. En el epílogo se respira un sentimiento tan pesimista, que tuvo que ser dictado por el propio monarca solamente unos meses antes de su muerte. Podría don Alfonso referirse a su reinado como algo ya terminado (“...en treynta e dos annos que el Rey sobredicho regno...”). Se muestra aquí el mismo espíritu que a finales del año 1283 le indujo a escribir su primer testamento en la misma ciudad, la única que le fue fiel, incluso en sus últimos días, y dice así: “Este testamento fue fecho en Seuilla, domingo, 8 días de noviembre, era de mill e trezientos et veinte et un annos”.
En estos momentos finales de su vida, cuando su propio hijo Sancho, se ha sublevado contra él, apoyado por la mayoría de los obispos y ciudades castellanas, hay que suponer su amargura al leer en el Libro del Ajedrez que este juego está destinado a enseñar “...como dan xaque al rey, que es el mayor trebeio de todos los otros, que es una manera de afrontar al sennor con derecho, e de comol dan mate, que es una manera de grant desonrra, assi como sil uenciessen ol matassen”.
(Folio 2 v).
Al final de su vida, en un momento de aparente derrota en todas sus empresas, el Rey Sabio hubo de reflexionar sobre el dilema basado en una leyenda de la India que se lee en los comienzos del “Libro de los Juegos de Ajedrez, Dados y Tablas”, en el folio 2r, y que plantea que es más conveniente para la vida, para el reinado, para el tablero de juegos, si la sabiduría o el azar, y quizá, al ser consciente de que la sabiduría (”el seso”) no había sido suficiente para proporcionarle sosiego, hubo de aceptar que en la vida tanto de los reyes como de los pueblos, el azar es un factor decisivo.